CRÍTICA: ¿Un quincenario sin compromisos? (1948-1951)

Abstract

El autor del texto resalta, especialmente, el lado combativo de Crítica: sus caricaturas, las listas de liberales que fueron asesinados, sus notas editoriales, así como llama especial atención sobre la columna “La quincena parlamentaria”. Junto con estas participaciones políticas, ideológicas, Crítica expuso un tono internacionalista, llamando la atención sobre lo que sucedía en otras latitudes. La publicación, igualmente, dio un espacio a la historia y a otras manifestaciones de la vida cultural: “Crítica “consistió” en el abanderamiento que un grupo de liberales intelectuales (o mejor, el “clan Zalamea”) hizo de la denuncia de crímenes políticos en el país (contra liberales, se entiende), de la oposición encarnizada y sectaria al ingenuo y pintoresco gobierno conservador (pero también a sus más notables alentadores) y de la actualidad “cultural” como difusión del quehacer artístico, literario y filosófico en todo el mundo” (32). A partir de 1950 fue frecuente encontrar en la publicación la nota: “Esta edición aparece bajo censura”. Y poco a poco la publicación dejó a un lado la nota crítica y polémica, y se centró en lo cultural. A pesar de haber reunido a varias generaciones y grupos intelectuales, el autor expone que no se puede hablar de un grupo coherente, consistente, en Crítica, con excepción quizás, de la labor programada por los hermanos Zalamea. Y quizás en una alusión irónica hacia los copartícipes de Mito, dice: “Crítica demostró ser crítica, y no un devocionario poético abierto a todas las colaboraciones de grillos jóvenes y con arrestos destructores que llegaran a la redacción. El 18 de enero de 1951, Crítica presenta así un cuento de un joven escritor que aún no publicaba su primera novela” (38), se trata de Gabriel García Márquez, autor de La noche de los alcaravanes, cuando apenas tenía 23 años, seguía viviendo en Barranquilla y junto a Alfonso Fuenmayor trabajaba en la revista Crónica. El crítico también expone el cosmopolitismo de la publicación, al presentar la importancia que la revista detalló de autores tales como Emmanuel Mounier, André Gide, Ernst Wiechert y Chiang Kai Chek; y al hacer posible la traducción de Artaud, Norman Mailer, Nicolás Berdiaeff, Karl Jaspers, Valéry, Papini; además de algunas obras de Camus, Faulkner, Perse, Goethe, Rilke. Por otro lado, resalta el número monográfico, del 19 de septiembre de 1950, dedicado a Europa, para lo cual entró en diálogo y pidió las participaciones de L’Observateur y Le Monde, ambos de París; Agencia Francesa de Información, y a los autores: Paul Rivet, Claude Bourdet, Jean-Paul Sartre, Mervyn Jones, Mario Cesari, Dany Benusiglio, Francisco Fejto, J. Gordon, Charles Delasniere, Jacques Armel, J. Servan-Schreiber y René Maurier. Para finalizar, el autor enlista a los autores colombianos que llegaron a publicar en la revista, así como propone una potencial antología en caso de basarse en textos de la misma, lo que le hace concluir: “Si el quincenario no hubiese tenido otro propósito que el de mostrar, con todas sus implicaciones sociales y políticas, sus juicios humanos en el campo de la cultura, no dudaríamos en colocarlo entre las revistas literarias que forjan una tradición para los que estamos llamados a hacer uso de ella” (41). La versión digital del artículo puede encontrase, en: http://publicaciones.banrepcultural.org/index.php/boletin_cultural/article/view/2811