Frutos de mi tierra

Abstract

Al salir a la venta la novela del escritor Tomás Carrasquilla “Frutos de mi tierra”, los lectores pensaron encontrarse con una novela que exaltara las buenas costumbres de la tierra antioqueña y no las de la una familia común y corriente. Carrasquilla es realista en su novela, describió en ella lo que vio en su realidad y no puede criticársele mal por ello porque sería, según Grillo, coartarle su libertad literaria. “La crítica nueva, al señalar la materia explotable por el arte de la palabra en el Gran Todo, se aparta de las fórmulas mezquinas de la estética antigua.” (215). No debe pues juzgársele mal porque no está haciendo uso de costumbres falsas, sólo de las reales, de lo que es y no de lo que debe ser, como muchos pensaban que iba a escribir. Será censurado por los lectores que creen que no tiene mérito mostrar en una novela cómo se habla en Antioquia y mostrar “vulgares provincionalismos” (216), sino que creen se debe escribir cómo se debería hablar de manera culta. Grillo explica que no hay literatura de un país u otro, que las ideas son universales y los escritores lo que hacen es darle a sus escritos dicha universalidad. Ninguno de los personajes de Frutos de mi tierra provoca simpatía, todos son odiosos, dice Maximiliano Grillo, demuestran avaricia o inspiran pesar. Y es así Carrasquilla ha logrado retratar con crudeza la realidad pero parece que la sociedad lectora está más de acuerdo con el idealismo que con el realismo. “Una dama que ha leído Frutos de mi tierra, considera que Carrasquilla se ha de sentar de hoy más en adelante á la derecha de Isaacs, teniendo a la izquierda a Eugenio Díaz. Así sea.” (219).