El misionero

Abstract

Este relato se encuentra dedicado a Emilio Montoya. Narra con asombro las circunstancias en que un misionero se convierte en el único sobreviviente de un terrible naufragio cuyas víctimas se desplazaban entre Curazao y Maracaibo. El misionero aislado de todos y arrobado por los versículos de una vieja biblia, se salva milagrosamente, en el momento crítico cuando el barco encalla contra las rocas y los cuerpos se hunden devorados por el mar. Las olas lo conducen hasta la playa de los pescadores libres “hechos de mar”. Su prédica ensombrece la vida de estos: ya solo les es aceptado amar en el momento ordenado, solo le es posible adorar al dios del misionero y no a su propio mar, hasta que una noche “con su biblia deshecha, con sus sermones pasados y futuros, con su trágico halo de inhumanidad [ ] quedó el misionero, circundado de piedras y terrones que nada le decían en las orejas pálidas, que se le entraban por la húmeda puerta que un pescador enloquecido abrió en la mitad de la corona intolerable para los lobos de mar” (1980, 401).