De sus lises y de sus rosas

Abstract

""De sus lises y de sus rosas"", en este libro el autor hace una historiografía de los escritores de su época, los más sobresaliente con su literatura, los que mayor gloria le aportaron al Continente con su pluma. Vargas vivió rodeado de escritores, a algunos respeto en vida y sus obras, con otros lucho encarnizadamente, fue un hombre más odiado que amado durante su larga vida literaria, que fue casi toda su vida, vio desparecer muchos escritores, pero no vio desaparecer ni un amigo, pues no los tuvo; el único que fue cercano y contemporáneo suyo fue Darío, el que más cerca estuvo de él, todos los demás le fueron posteriores y a los que el llamó los ""Novecentistas"", el que más glorioso le fue de Todos fue José Enrique Rodó, con él compartió correspondencia desde 1889 hasta 1909, fue un espíritu hermano, que Vargas hirió con su silencio. Aparecen aquí, historiografíados; entre los escritores americanos de los cuales habla seriamente en este libro, no hay ningún náufrago salvado por su barca; todos son vencedores legítimos; no le deben nada de su triunfo, al dejarlos en estás páginas, no les hace un favor, sino justicia; hay un amago de eternidad en las palabras del autor, quien no creyó en nadie, pero creyó en su pluma mediadora de destino entre los altos riscos y los hombres; heredero de un odio universal, se encargará de mantener esa llama encendida; algunos escritores trataron de sostenerla con su pluma, vano deseo, la llama que heredó Vargas, sigue intacta en sus libros, sus iras siguen siendo tan vigentes que para que no lo arrastre a uno en esa turbulenta corriente, hay que asirse duro al lugar donde uno se halle, la fuerza de su pensamiento es demoledora, su pasión por todo lo bello y lo libre, lo lleva a uno hasta el borde de la exasperación; es posible, sentir tantas cosas a las vez y seguir inmune e impune por un mundo tan miserable como el nuestro, no lo creo; es imposible, es como entrar a un cementerio para visitar la tumba de aquellos que nos fueron queridos u odiados en vida y salir como se entró no creo que esto sea posible. Los aquí eternizados por su propia eternidad son Renán, Taine, Amiel, Mérimée, de Maistre, Nietzsche, Tolstoi, Dannuncio, Beyle (Stendhal), Rodenbach, Villaespesa, Miguel Eduardo Pardo, Pedro Cesar Dominici, Santiago Pérez Triana, Rufino blanco Fombona, Ramón Palacio viso, Manuel Antonio Matos, Cipriano Castro, Emiliano Isaza, Monsieur, Rafael Reyes. Estos fueron los elegidos en el jardín de su alma, rosas algunas con perfumes olorosos, almizclozos y dulzones, otros, perfumes sutiles al alma.