María, novia de América

Abstract

Manuel Mejía Vallejo con la limpieza que caracteriza su prosa, narra la emotiva experiencia que le deparó la lectura de María, libro del que, según nos confiesa, nunca dejó de aprender. Tanto que le influenció los diálogos de la novela que escribió cuanto frisaba apenas los veinte años: La tierra éramos nosotros. Y los diálogos de María, aparecida en 1867, constituyen el recurso técnico más magistral de la literatura de la América española de aquel tiempo. Sin embargo, la atmósfera coloquial de su ensayo es una apreciación sobre María, a la par que de Jorge Isaacs, y su alcance en la literatura americana y universal. Los juicios que realiza sobre ambos no se excluyen en tanto convergen en un único aspecto: la dimensión humana, la presencia universal del amor en la conciencia de Isaacs, María y Efraín, su amante. Dos amantes que Vallejo destaca como arquetipos de la especie humana, por la profundidad que logra en ellos la expresión de la interioridad humana, tan esencial como el paisaje mismo. Destaca de la novela la importancia que tuvo para el desarrollo de aspectos culturales de Centroamérica, México y Guatemala y, en especial, el precedente que constituiría para el gran poeta nicaragüense de la lengua hispana, Rubén Darío, así como para José Eustasio Rivera, escritor de La Vorágine en la que aparece también el paisaje delirante envolviendo al hombre. El valor de la ternura, la concepción ética de la rebeldía contra lo establecido y la vivencia personal e histórica del paisaje, que le confiere a la obra un carácter eminentemente romántico. Más allá de un costumbrismo o un regionalismo que, más bien, María anticipa en la literatura hispanoamericana con los elementos que descritos por Isaacs, permiten rememorar, configurar y consolidar la identidad de la tierra antioqueña, el paisaje colombiano, la naturaleza pura y salvaje del territorio de América. Lo que rescata de María, entonces, es el desgarramiento humano allí presente, la soledad, la premonición de la muerte, el enfrentamiento con el destino y la rebeldía ante una sociedad insulsa y convencional que también tuvieron otros románticos como Novalis, Lamartine, Byron y Chateubriand. La lucha como asunto de dignidad que signó también a Jorge Isaacs, coronel en guerras civiles y militante político que alcanzó dar un golpe de Estado, así haya durado éste sólo dos días. La rebeldía y el amor es lo Manuel Mejía consideraba preciso reivindicar de María, de Isaacs, como belleza e inteligencia fruto posible de estas tierras. Manuel Mejía Vallejo (Jericó, 1923-El Retiro, 1998). Fue un escritor y periodista colombiano ganador del premio Rómulo Gallegos con su novela La casa de las dos palmas. Otras obras suyas son: Aire de Tango, Tiempo de sequía, El día señalado, Zona tórrida y numerosos cuentos y ensayos que se correspondían muy bien con su entera dedicación a la enseñanza de Literatura Nacional de Medellín y en la dirección de los Talleres de poesía de la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.