El campeón de siempre

Abstract

Dicen que está loco, pero qué va, lo que tiene es que está entrenando. Entrena para ahora sí demostrar lo que siempre ha sido: El Campeón. No fue sino mala suerte, lo que ha ocurrido. Nada más. Porque lo que es él, todavía noquea a cualquiera. Lo que pasa es que la gente no entiende. Antes sí, cuando tenía los fajos de billete. Entonces sí se acercaban y le gritaban ¡Campeón, Campeón! Y todos querían estar con él y sacarse fotos. Con él, que se gastaba su buena pinta y las hembritas que no se podían resistir. Pero ahora que está vaciado todos se burlan. No lo dejan vivir en paz. Hasta lo comparan con Kid y eso a él le fastidia. Aunque se alegra por su compadre el verdadero campeón no es él. Recuerda cómo se codeaba con la gente de clase. Y él con su pinta bien bacana de escandalizar cachacos. Eso sí que era la misa felicidad. ¿Es que acaso nadie se acuerda, además de su derrota, de su movimiento de piernas y de sus golpes magistrales? Ya no tiene quien lo maneje ni quien le consiga peleas. Así que le toca a él mismo entrar al rebusque. Va al aeropuerto que lo vean los gringos que turistean en Cartagena. En Marbella, con su traje de boxeador, realiza algunos movimientos para que alguien lo reconozca. Pero nadie lo echa de ver. Deber ser, seguramente, que ese tipo de enfrente lo está tapando, ese que no se quita, ese que cae al suelo por un directo que recibe en el mentón. ¡Ah, qué tiempo aquellos en los que era el campeón! Eligio García Márquez nació en Sucre en 1947 y murió en Bogotá en 2001. Fue cuentista y cronista cultural, corresponsal en Europa para el Espectador y El sol de México. Entre sus obras se encuentra la novela Para matar el tiempo, el libro de reportajes Son así y el ensayo Tras las claves de Melquíades. Historia de Cien años de soledad. El texto aquí reseñado se halla en la compilación Obra en marcha 2. Le nueva literatura colombiana, hecha por Juan Gustavo Cobo Borda, y en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Tomo II), seleccionada por Luz Mary Giraldo.