De sobremesa

Abstract

Escrita entre 1887 y 1896, fue publicada póstumamente en el año 1925. Considerada obra cumbre del modernismo colombiano, en sus inicios fue muy mal recepcionada por parte de los críticos que la comparaban con manifestaciones enteramente costumbristas del siglo XIX. En la actualidad se le considera una obra autoconsciente, que tiene más de crítica que de propia literatura, ejemplo máximo del recién adquirido sentimiento moderno y de la mayor influencia del modernismo en el arte nacional Existe versión electrónica de la obra, así como diversos trabajos investigativos sobre la misma, de consulta libre en la Internet (véase Objetos Asociados). Resumen: Un sábado, a finales de diciembre, José Fernández y sus amigos Juan Rovira y Óscar Sáenz (médico de profesión), cenan gustosamente entre los lujos y las comodidades que el hogar de José Fernández les proporciona. En medio de obras de arte y un ambiente suntuoso, los amigos guardan silencio después del café aromático, los puros y los cigarrillos egipcios que conforman la sobremesa. El silencio es interrumpido: Óscar Sáenz le reclama a su amigo José Fernández que vuelva a su trabajo literario como poeta, pues luego de dos publicaciones no había querido escribir una sola línea, y en cambio, se dedica a actividades tan disímiles, tales como defender causas en las cuales no cree, cultivar flores, aprender árabe, etc., que lo dispersan y lo alejan de su actividad poética, a lo cual José Fernández contesta que él no es ningún poeta, pues sus libros son el resultado de habitar por mucho tiempo otros libros, otros autores, además, su único deseo ahora es vivir, sentir y aprender todo lo que más pueda. Óscar alega que es por su vida acomodada, en medio del confort, lo que le impide escribir, Fernández le dice que su obra no ha sido entendida ni lo será. Interviene entonces Rovira, que pide a su amigo Fernández la lectura de un texto suyo, que tiene relación con el nombre de su quinta, con un diseño de tres hojas y una mariposa que llevan impreso en oro, en la pasta blanca, varios volúmenes de su biblioteca. En el mismo momento llegan dos amigos más, que estando en una cena donde han hablado de política, están en este momento muy cansados. Uno es Luis Cordovez que quiere escuchar de su amigo Fernández las notas tomadas por él en un viaje a Suiza, el otro es Máximo Pérez (que estando algo enfermo), quiere que Fernández le lea su diario de París donde quizá haya descrito algo de la misma enfermedad, que ya lo había aquejado a él en Europa. Óscar termina pidiendo la lectura de un cuento que sucede a finales de diciembre en París. Fernández va a su biblioteca y trae un libro igual al descrito por Rovira e inicia la lectura de su diario cuando tenía veinte años. La lectura es interrumpida en dos ocasiones para precisar algún detalle, al final de la lectura los amigos afectados un poco por la naturaleza de los acontecimientos leídos, continúan descansando. En sí, el diario de José Fernández se compone de los sucesos vividos por éste en Europa, donde conoce a una enigmática mujer. En medio de sus ideas por hacer de su país natal, Colombia, una sociedad similar a la inglesa, y mientras intenta curarse de sus decaídas por culpa de su estilo de vida hedonista, José Fernández recuerda su pasado con los familiares maternos en Colombia, y emprenderá lecturas y empresas que deja a medio camino, al igual que a lo largo de dichos sucesos se relacionará íntimamente con algunas mujeres, en ocasiones apasionadamente aunque sin enamorarse, y hasta en una ocasión creerá haber asesinado a una de sus amantes. Todo ello hasta que un día, siendo huésped de un hotel ve y se enamora de Helena, una adolescente que acompaña en la cena al padre, para luego marcharse rápidamente sin haber cruzado si quiera una palabra con Fernández, entonces, después de un furtivo encuentro en el balcón de la habitación de la mujer, en la cual reconoce por segunda vez la imagen de las mariposas y las flores (que componen la portada de su diario) este se desmaya confundido. Al despertar y no encontrarla, emprende una búsqueda con la ayuda de sus amigos, que cubrirá algunas capitales europeas hasta que en una ocasión, luego de salir de una de sus recaídas por el abuso de las drogas, José Fernández se entera que la Helena que busca (y que había creído ver retratada en un cuadro visto en su niñez y apreciado nuevamente ahora) descansa en una tumba. Luego de aquella impresión, Fernández se desmaya. Después de lo acaecido visitará la tumba para marcharse del continente europeo.