Por esas calles

Abstract

Esta crónica apareció por primera vez en la sección ""Cronistas propios"" de El Espectador, de Bogotá, el 13 de abril de 1915, donde el reconocido poeta y cronista Clímaco Soto Borda (1870-1919) firmaba sus colaboraciones periodísticas con el seudónimo de Casimiro de la Barra.

La trágica noticia de una niña que ha sido atropellada por el tranvía en la vía Santa Bárbara-Las Cruces, sirve al cronista para reflexionar de manera ingeniosa sobre el diseño de las calles capitalinas cuya estrechez compara jocosamente con la del cerebro de un ministro. Esta crítica se remonta a los primeros padres americanos que, según el autor, ""no se imaginaron, no se soñaron ni en pesadilla, cuando tiraban sus cordeles para trazar estas calles santafereñas, que un día lejano, el progreso, orgulloso y graznante, vendría a esponjarse y a abrir las alas como un pisco que marcha"".

En su reflexión sobre la ""estrechez de miras y de calles"" de los primeros habitantes de Santafé, Soto Borda da cuenta de su estilo ágil y mordaz, así como de su potencia con asociaciones de sentido aparentemente desarticuladas. En esta crónica, por ejemplo, se refiere a asuntos coyunturales en la Colombia de inicios del siglo XX como el Código Penal y el Código de Policía -de los cuales dice que son ""un perro que no muerde sino a los de ruana""- y a la cantidad de candidatos en el Congreso, al tiempo que elabora un inventario de los tipos de vehículo que el progreso ha introducido en las calles capitalinas y de los tipos humanos que las habitan, todo ello sin afectar la unidad del texto.

Este interesante texto fue publicado en 1997 por Maryluz Vallejo Mejía en su libro ""La crónica en Colombia: medio siglo de oro"", una antología que reúne crónicas de cuarenta autores colombianos. De Soto Borda se incluye, además de ""Por esas calles"", la crónica ""Cascabeles"" aparecida en El Espectador el 14 de mayo de 1915.