La metamorfosis de su Excelencia

Abstract

Su Excelencia ha descubierto algo terrible. De repente, le han venido unas arcadas que sin embargo no se resuelvan en vómito. Ha tenido que sacar la cabeza por una de las ventanas de su despacho para tomar aire. Pero en el aire un olor a humo, a incendio, no ha logrado mitigar el asco. Los ministros y demás funcionarios han empezado a notar el cambio en su Excelencia. Ha dispuesto un nuevo decreto no decretado que consiste en que cualquiera que se le acerque deberá mantener una distancia rigurosa. Era de esperarse, si se tiene en cuenta que su Excelencia ya no soporta el olor nauseabundo que despiden los hombres. Al principio trató de disimular el asunto, pero pronto le fue imposible disimularlo más. Las personas se estaban pudriendo ante el olfato afinado de su Excelencia, pero no sólo las personas, también las cosas empezaron a despedir ese hedor. ¿Era él, acaso, el único que lo sentía? Con los días, y en vista de que el olor no desaparecía, empezó a abandonarse a ensoñaciones inducidas por sus estados de asco. Ante sí, empezaron a aparecer imágenes apocalípticas, escenas sacadas de algún teatro del absurdo. Todo esto lo llevó a un extrañamiento tocante con la locura. Hasta que comprende, por fin, que el tal hedor no proviene de las personas, ni de las cosas, sino de él mismo. Es él quien se pudre. ¿Cómo no lo había descubierto antes? Se avergüenza del engaño que ha estado perpetrando contra sí. No obstante, en aquel estado deplorable, entre aquella hedentina, su Excelencia percibe un diminuto hilo de aroma fresco, con olor a pino. Recuerda un episodio de la infancia en el cual se halla en un bosque, nadando en una quebrada, respirando el aire puro de la felicidad. Se da cuenta que debe regresar a aquel sitio. No pierde tiempo y viaja en su carro particular junto con su conductor y alguien más. Al llegar se desnuda y salta al agua fría. La luna asciende en la noche, plateando las copas de los árboles. Al salir a la superficie su Excelencia descubre algo terrible.

Jorge Zalamea (Santa Fe de Bogotá, 1905-1969) es poeta, ensayista, dramaturgo y traductor. Perteneció al grupo literario de Los Nuevos por su empatía con la crítica al sistema político y literario establecido, y la consecuente búsqueda de transformaciones; de hallar a través del arte y el compromiso social, una nueva dignificación de la vida del hombre y de los pueblos.

Entre sus obras se cuentan: El rapto de las sabinas, Pastoral y El hostal de Belén, La vida maravillosa de los libros, Nueve aristas colombianos, Introducción al arte prehistórico, Minerva en la rueca, El gran Burundú-Burundá ha muerto, El sueño de las escalinata, Infancia y adolescencia de un viejo aprendiz de escritor, La poesía ignorada y olvidada, Antología de poesía vietnamita, y Cantos.

El cuento aquí reseñado está contenido en el libro Literatura, Política y Arte, y en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Tomo I).