El día que terminó el verano

Abstract

Se ha quedado solo en aquel terreno polvoriento. José María, su hermano, se ha ido a ""bregar"" la vida a otra parte, en la montaña, que es donde la tierra rezuma debido a la lluvia. Así que se sienta en su mecedora, sin nada que hacer, a mirar para todas partes. Atisba el horizonte en busca de una señal en el cielo que anuncie las tormentas, ya demasiado retardadas, y en espera del posible regreso de José María, del cual no sabe nada desde que partió. La vida sin agua es dura. Se va operando en el corazón del hombre una fiebre espesa y delirante, además de un temblor que perturba el sueño y hace desvelar. Salvo un agua amarillenta que pasa cerca de la casa, no hay otra. No alcanza ni para bañarse, siendo que el calor allí es pertinaz, lo que causa que inevitablemente vaya bajando por el cuerpo un líquido repugnante y pegajoso. Antes, cuando él y José María eran niños, había hierba fresca y quebradas y los cultivos crecían que daba gusto. Pero ahora es distinto, el verano no se quiere terminar y la tierra está seca y estéril. Sabe que los recuerdos son inútiles y se burla de sí mismo, aunque adentro suyo perviva una íntima nostalgia. Un día ve aparecer un punto a lo lejos. Es una mujer que se acerca cabalgando.

-José María ha muerto, dice ella apenas se encuentra cerca del hombre, pero antes de morirse me mandó para acá, para donde usted.

El hombre piensa en la muerte de su hermano. No siente dolor. Reflexiona sobre lo que aquello representa. Al principio se siente ofuscado y receloso. Sin embargo, no pasa mucho para que decida que por ahora es mejor una mujer que nada, así no se siente tan solo en esas soledades y deja de pensar en la lluvia. -Para mí que llueve, vuelve a hablar la mujer.

El hombre la mira desconfiado. No sabrá él, que ha estado atisbando las señales desde hace mucho, que ni asomo de tormenta, para que venga ésta a decir que va a llover de buenas a primeras. Pero aquello no reduce su creciente entusiasmo por las carnes abundantes de la recién llegada. Se sientan fuera de la casa para ver caer la tarde. Esperan. El único cielo en el que lloverá hoy será en el del sueño. Carlos Arturo Truque nació en Condoto en 1927 y murió en Buenaventura en 1970. Ejerció el periodismo y la traducción. Poeta, cuentista y dramaturgo, entre sus obras se cuentan Hay que vivir en paz (1951), Granizada y otros cuentos (1953) y El día que terminó el verano (1974).

El cuento aquí reseñado está contenido en el libro El día que terminó el verano y otros cuentos, y en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Tomo I).