La muerte en la calle

Abstract

Para el personaje de La muerte en la calle, cuento escrito por el barranquillero José Félix Fuenmayor, hay que quitarse las malas costumbres cuando se vive a la intemperie, cuando la ""casa"" de uno es una ""cuevita"" fuera de la ciudad, lejos, casi en el monte. Hay que tener amigos, sobre todo, y unas piernas infatigables, porque la ocupación de uno es caminar todo el día en busca de aquellos. Si no, ¿cómo se conseguirían algunos pesos? No muchos, sólo los necesarios: ""tres, o cinco, o siete, o diez"". Pero quizás lo más indispensable sea saber escuchar la voluntad de Dios, que es como mirarle la mano para ver hacia donde señala. Sabe que a veces las cosas son muy buenas o muy malas, eso depende. Aunque, al parecer, lo malo tiene a la larga su lado bueno y lo bueno su lado malo, mecanismo que se descubre con los años. Antes de encontrar un sitio dónde dormir tranquilamente, por ejemplo, sin tener que pedir permiso a nadie, ni aguantarse los aguaceros, ni a los muchachos, hay que tener paciencia y mantener el paso, ya que tarde o temprano encuentra uno su ""cuevita"". Con los perros es distinto, son buenos compañeros. Rápidamente entienden que no hay comida, así que vienen, saludan y se van meneando la cola. Pero lo muchachos¿ esos son lo que no dejan. Hay que esquivar las piedras que lanzan y no prestarles atención, no vaya a ser que un gesto los incentive todavía más. Lo fundamental es no dejar que descubran el cambuche, como le paso a él mismo, porque lo llenan todo de porquería y ponzoña y entonces hay que mudarse. Así se vive en la calle. Sin embargo, ahora el personaje de Fuenmayor se encuentra de repente aquí, sentado en esta acera, sin ganas de seguir adelante. Empieza a recordar la niñez y los juegos y el antiguo patio de la casa. Recuerda a la madre haciendo los oficios, sirviendo el almuerzo, lavando la ropa. Luego su muerte y un buque que zarpa, la primera soledad en la calle. El cansancio trae estas cosas. Y está bien, parece pensar el hombre. Y así, mientras tanto, se va diluyendo, como si fuera en una nube. Empieza a cerrar los ojos profundamente, sin que ya nada importe. Dentro de poco todo habrá acabado y ya no nos hablará más.

José Félix Fuenmayor nació en 1885 y murió en 1966. Escribió libros como Musa del trópico, Cosme, Una triste aventura de catorce sabios y La muerte en la calle, antología en la que se halla el cuento del mismo nombre. Perteneció al llamado Grupo de Barranquilla, en el cual también participaron García Márquez y Cepeda Samudio.