El niño Agapito

Abstract

Agapito es un niño huérfano que se dedica a toda clase de asuntos. Ladronzuelo, campañero, apedreador, centinela y mentiroso sin remedio, son apenas unas cuantas de las actividades que realiza para sobrevivir. Se la pasa de tienda en tienda haciendo las veces de un juglar, distribuyendo en las tabernas más lejanas las noticas de los hechos más recientes. Pero no siempre puede andar por ahí, sin dios y sin ley, puesto que pronto es reclutado en las filas del ejército que defiende la patria. Es destinado a la tarea de corneta de batallón. Allí logra ganarse la confianza de su superior, la cual aprovecha para fugarse en el menor descuido. En la huida llega a un convento en el que encuentra refugio, en donde se pone a las órdenes del padre Callejas. Sin embargo, en cuanto termina la guerra abandona el lugar y sale a las calles alardeando de haber participado en los más cruentos combates. Toda la gente se asombra con sus historias, pero el asombro no dura mucho como tampoco el reconocimiento por sus supuestas hazañas, lo cual obliga a Agapito a dedicarse nuevamente a sus actividades comerciales. Dispone en un cajoncito alguna mercancía para vender en las calles y en un letrero pone: ""La tertulia me perjudica. No fío"". En el aniversario del 20 de julio de 1810, Agapito se interna por las callejas que forman los toldos de ventas dispuestos para la celebración, a la vez que los fuegos artificiales estallan en el cielo. En uno de aquellos toldos se encuentra con Eduvigis, mujer a la que pedirá en matrimonio. Pero antes, los fuegos artificiales causan un incendio en una casa. Agapito se lanza al rescate de las personas que se hallan dentro sin pensar en el peligro.

Este cuadro de costumbres escrito por José Ricardo Silva, padre de José Asunción, el poeta, es a todas luces el retrato de un pícaro criollo, pícaro que al crecer cuenta con suerte y resulta prosperando, pero no sin antes haber pasado por diversas aventuras. José Ricardo nació en Bogotá en 1836 y murió en 1887. Aunque fue comerciantes desde joven, contó con una decidida inclinación hacia la literatura, lo cual lo llevó a escribir sus relatos con cierta gracia y soltura, según algunos costumbristas que participaban, como él, de la tertulia de El Mosaico.

Este texto se encuentra recopilado en el libro Un domingo en casa, selección de Samper Ortega (Bogotá: Minerva, 1943) y en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Tomo I), realizada por Luz Mary Giraldo.