El elogio de la verdad

Abstract

Jorge Zalamea (Santa Fe de Bogotá, 1905-1969) es poeta, ensayista, dramaturgo y traductor. Perteneció al grupo literario de Los Nuevos por su empatía con la crítica al sistema político y literario establecido, y la consecuente búsqueda de transformaciones; de hallar a través del arte y el compromiso social, una nueva dignificación de la vida del hombre y de los pueblos. Entre sus obras se cuentan: El rapto de las sabinas, Pastoral y El hostal de Belén; La vida maravillosa de los libros; Nueve aristas colombianos, Introducción al arte prehistórico, Minerva en la rueca, El gran Burundú-Burundá ha muerto, El sueño de las escalinata, Infancia y adolescencia de un viejo aprendiz de escritor; La poesía ignorada y olvidada; Antología de poesía vietnamita, Cantos y Literatura, Política y Arte.

La literatura y las actividades políticas y diplomáticas llevadas a cabo le resultaron, por ello, la mejor ocasión de ser íntegro consigo mismo y con los hombres. Procuró en sus obras vitales y literarias la compenetración de la ética con la estética. Es más, su embelesamiento con la belleza y la verdad unidas; la reconciliación sujeto-objeto, hombre-mundo, arte-cultura popular son esos móviles que lo abocan a escribir El Elogio de la Verdad en una época en que todo miente, y en que cierto arte contemporáneo refleja imágenes sin dignidad y humanidad, mundos hostiles al hombre, recreados por el hombre con odio y desesperanza, es decir, por el artista mimado de la crítica, del público y de los mercaderes. Círculo vicioso en que se mueve con sus mundos sin eje, aquel artista que Zalamea oye como un ""eco de la mentira universal"". Figurándose a sí mismo como un Robinson Crusoe que regresara, tras largo exilio, a encontrarse un hombre desgarrado en el espejo de la literatura y la pintura de su siglo. Pero esto en la primera parte del ensayo, valga decir, cuya intensidad y pureza no cesa de ir y venir entre la literatura y la crítica literaria. Ya en la segunda parte, Zalamea se centrará en un movimiento pictórico renovador en la historia del momento. Más concretamente, un grupo de artistas italianos sin programa, ni manifiesto, fieles a su saber y entender la misión del artista y la verdadera autenticidad de la obra de arte: aquella que guarda una pura fidelidad a las cosas como formas vivas que la emoción transfigura. Obras caracterizadas por recrear la verdad de las cosas; y hombres, como Primo Conti, representativo pintor de este grupo, al que le dedica la tercera parte, que expresa en ellas la verdad de sí mismo contra el gran imperio de la mentira y la vanidad intelectualista de su tiempo. Mentira y vanidad, o mejor, ausencia de sentimientos humanos y cualidades morales en los artistas, que tiene en mente el autor cuando abre su ensayo con esta pregunta provocativa, por la crítica implícita a la excesiva preocupación por la forma artística: ""¿En qué medida ha sido el artista contemporáneo responsable de la tragedia de nuestro tiempo?"".