El viajero y la memoria : un ensayo sobre la literatura de viaje en Colombia

Abstract

Divido en cuatro capítulos, la exploración de una literatura de viajes en nuestro país comienza a partir del descubrimiento de América. De acuerdo con el autor es desde el viaje de Colón como el Nuevo Mundo empieza a formar parte de la memoria planetaria y a convertirse en un espacio de referencia que daría pie a nuevas expediciones. Las descripciones de la naturaleza americana y colombiana, centralmente, se evidencian en la escritura de José Celestino Mutis. Luego de los llamados desplazamientos científicos vendrían los políticos narrados por Bolívar y por un grupo de próceres que irían construyendo un paisaje más cultural que físico, mismos, que a su vez, pervivirían en una serie de novelas que dedicaron su narración a la figura del Libertador. De acuerdo con Fabio Martínez, la literatura de viajes es un punto iniciático de la reflexión sobre la memoria y del papel que esta tiene en la literatura. Estos viajes fundacionales -los de Colón y los de Bolívar- no sólo dan cuenta de un periplo específico por la geografía nacional, sino que presentan la historia de una nación accidentada y fragmentada. Los escritores de la centuria del XIX como el Jorge Isaacs establecieron una relación cercana y fundamental con la acción de viajar y convirtieron a sus obras en lugares de una memoria viva y cercana al lector a través de las descripciones espaciales y etnográficas. Para Martínez, la primera novela de viaje en sentido estricto producida en nuestro país fue De sobremesa de José Asunción Silva y constituyó no sólo un hito estético sino la apertura de una nueva idea de Europa vista por los ojos de un americano. La importancia fundamental de la novela de viaje entrado el siglo XX se centra en las preguntas por la identidad, el exotismo y la relación entre el centro y la periferia, tal y como se refleja en la obra del escritor itinerante Porfirio Barba Jacob y su relación con el exilio de una patria que parecía sorda a las propuestas del poeta. A través de la obra de José Eustacio Rivera, la posibilidad del viaje se adentra en la selva y en el vínculo, siempre presente, entre civilización y barbarie, hegemonía y subalternidad. El caso de Pedro Gómez Valderrama con La otra raya del tigre va proporcionando herramientas para comprender la posesión del colono sobre el paisaje del que pretende adueñarse. Viaje a pie de Fernando González establece una relación más ontológica entre el sujeto que se moviliza y una nación que se encuentra a portas de la mayoría de edad. Este devenir se ve reflejado en novelas cuyo tono crítico es más agudo y visible, como es el caso de Zalamea con Cuatro años a bordo de mi mismo o la propuesta de Eduardo Caballero Calderón. Sin lugar a dudas el trabajo exhaustivo de Martínez, convierte el mapeo de la literatura de viajes en un panorama profundo y bien sustentado de la literatura y su íntima relación con la situación ideológica, política, social y estética de Colombia.