Imagen responsive

Por favor, use este identificador para citar o enlazar este ítem: http://biblioteca.udea.edu.co:8080/leo/handle/123456789/3956
Registro completo de metadatos
Campo DC Valor Lengua/Idioma
dc.contributor.authorMejía Vallejo, Manuel (Autor)-
dc.date.accessioned2019-01-29T19:40:46Z-
dc.date.available2019-01-29T19:40:46Z-
dc.identifier.urihttp://biblioteca.udea.edu.co:8080/leo/handle/123456789/3956-
dc.description.notesAnálisis y sistematización de información: Juan Felipe Ospina Villada, investigador Universidad de Antioquia.Proyecto: 1500 obras de la literatura colombiana en el Sistema de Información de la literatura colombiana -SILC. Investigadora principal: Olga Vallejo M y Gustavo A Bedoya.Institución: CERLALC y Gestión tecnológica de la Vicerrectoría de Extensión de la Universidad de Antioquia, 2009-2010.-
dc.description.abstractSu asesino es quien cuenta la historia. La primera vez que trabó amistad con Pedro Canales fue una noche en que éste se batía a duelo con otro hombre. La pelea consistía en atarse las manos a la espalda mientras se despedazaban a dentelladas. Así era él. Pedro Canales vivía al borde de la muerte, ese era su destino. Le brillaban los ojos cuando se acercaba al peligro, como si algo de la vida le fuera revelado en ese momento. Era una fuerza de la naturaleza: bravo y fuerte y atractivo como el fondo de un abismo. Las mujeres se enamoraban de él con sólo sentir su presencia de animal salvaje, mientras que los hombres lo respetaban por la fiereza de su mirada. Para Canales no había que hurgar en los actos. Lo que era, era. Por lo cual el miedo no contaba, ni siquiera Dios. ""Según él, la carencia de lo diabólico valía por una castración"". Así fueran tiburones los peligros a los que se enfrentara, se lanzaba con una sonrisa en los labios, como si estuviera despedazando con sus dientes el sabor de la muerte. Entre tanto su futuro asesino, aquel con el que andaba siempre, lo odiaba y lo amaba con alternancia, descubriendo en la persona de su amigo todo lo que él mismo detestaba o no podía obtener de sí. ""La vida hay que merecerla"", decía Canales. Todos los días parecía renacer, le disputaba a la muerte el derecho a despertar cada mañana. ""Te mataré, Pedro Canales"", dijo un día el otro. A lo cual Pedro contestó, ""No me importa si un amigo me mata"". Y no era poco, ya que el hombre sentía sobre sus hombros toda la culpa que en Pedro Canales era alegría de vivir. Ya fuera cabalgando, o matando, o yendo hasta los extremos más recónditos, no había remordimiento en el alma de éste. Y aquel ya no aguantaba más. Le era necesario redimirse. Así que cuando aquella fuerza natural se metió con la mujer que el otro amaba, pero que amaba sólo como un gesto, sólo como un ademán que justificaba su rabia y su crimen, no hubo razón que valiera para no matar a Pedro Canales. Manuel Mejía Vallejo nació en Jericó, Antioquia, el 23 de abril de 1923 y murió en Medellín en 1998. Dedicó la mayoría de su vida a la literatura. Novelita, cuentista, poeta, entre sus obras se hallan La tierra éramos nosotros (1985), El día señalado (1963), Aire de tango (1973) y La casa de las dos palmas (1988). El cuento que aquí se incluye está recopilado en el libro Cuentos de Zona Tórrida, escrito por él, y en la antología Cuentos y relatos de la literatura colombiana (Tomo I). es
dc.languageEspañol-
dc.publisher: s.e-
dc.subjectCreación literaria-
dc.subjectCuento-
dc.subjectLiteratura del siglo XX-
dc.titleLa muerte de Pedro Canales-
dc.typeLibros-
dc.identifier.titleno4526-
Aparece en las colecciones: SILC

Ficheros en este ítem:
No hay ficheros asociados a este ítem.


Los ítems de DSpace están protegidos por copyright, con todos los derechos reservados, a menos que se indique lo contrario.